jueves, 19 de julio de 2007

Multiculturalismo, una mala idea

Hay palabras de esas que la gente toma como verdades inmutables, que mencionadas por políticos dan inicio a un fuego que se extiende por la sociedad como si estuviera impregnada con líquido inflamable. Pareciera a veces que la gente necesitara de ellas, aun desconociendo el significado preciso de las mismas y sus consecuencias en el mundo real -cosa muy a tener en cuenta si, como es el caso, hablamos de política. Por eso, en la práctica, no son más que “palabras” y no “conceptos” o “ideas”. En no pocas ocasiones, la inclusión de esas palabras/conceptos en el ajuar ideológico acontece por la necesidad de sentirse mejor, de ser mejor, de tener una conciencia acotada por ideales más humanitarios y, a la vez, porque nos hacen más inteligible un mundo extremadamente cambiante donde las certezas no abundan.

Creo que una de esas palabras es “multiculturalismo”. A decir verdad no conozco con minuciosidad -antes bien de forma bastante laxa- la tradición filosófica que ha articulado las ideas que compondrían ese concepto, quiero decir, no sé qué poso tienen las ideas que lo conforman ni cómo es la estructura general resultante. De todas maneras es de dominio común que el “multiculturalismo” cree firmemente en la llamémosla implantación positiva del “relativismo cultural”, y en lo que sigue sólo intentaré poner de relieve algunos de los aspectos más perniciosos que subyacen bajo esta idea así como contradicciones inherentes a una aplicación más o menos estricta del mismo.

Antes de nada una aclaración. Hasta cierto punto creo en el relativismo cultural, pero en mi pensamiento los límites son fáciles de encontrar; como el relativista cultural al uso considero que las culturas son productos que los grupos humanos crean para enfrentarse a un entorno más o menos preciso, y en tanto éste difiere de un grupo a otro, existen culturas diferentes. Sin entrar en profundidades ni en inextricables definiciones se aprecia que entiendo la cultura como un instrumento de adaptación al medio (físico, de entorno cultural, etc, etc, etc). Difiero absolutamente del relativista cultural al uso en que las culturas sean conjuntos indivisibles, por lo que han de aceptarse (o, quizá, rechazarse) completamente, sin distinciones entre unos aspectos y otros, entre unas ideas y otras. En ese sentido, estoy persuadido de que todas las ideas no son igualmente legítimas (entendiéndolas como positivas, buenas). Coincido en la explicación que se da a la existencia de diferentes culturas pero no en cómo debe tratarse a éstas.

El multiculturalismo, al tomar las culturas como conjuntos indivisibles y asumir esa moral relativista que parece engrandecer nuestros corazones afirma, entonces, que todas las culturas son manifestaciones legítimas que buscan la subsistencia y prosperidad del grupo en unas circunstancias determinadas y, en adhesión a un ideal humanitario, considera que cada una ha de ser aceptada como tal pues de lo contrario se producirían choques que en nada favorecen la convivencia. En sentido estricto este desarrollo ha de poder ser completo dentro del grupo cultural en cuestión, esto es, una cultura ha de poder llevar las ideas o “protocolos” que la componen hasta el límite dentro del grupo de personas que se hallan en su seno: las ideas occidentales han de tener pleno desarrollo dentro del “grupo cultural (conjunto de personas de cultura) Occidental”, las musulmanas dentro del “grupo cultural musulmán”, etc. No se hace referencia en ningún caso a la comunidad sino sólo al “grupo cultural”, la comunidad y sus normas de convivencia preexistentes -delimitadas por las leyes vigentes, explícitas o implícitas- no se considera. El ideal humanitario es, a la vez que su fuente de poder (favorece su expansión) su mayor debilidad (el “multiculturalismo” trata de regular la vida en comunidad limitando, acaso eliminando, los conflictos entre grupos culturales, y esto no lo consigue).

Dejando de lado la dificultad de determinar qué cosa es cultura y en consecuencia el indiscernible problema que supondría determinar qué es estar dentro de o quiénes están dentro de una cultura (y fuera de otra), lo cierto es que esta creencia comporta contradicciones insuperables.

El problema seminal de la idea multicultural es que, habiendo sido una idea concebida dentro de una cultura tolerante, tolera todas las culturas, sin detenerse a analizar el problema de que no todas tienen por qué ser a su vez tolerantes y, de hecho, no lo son (cuando menos a día de hoy, sr. progre) en tanto persisten en ellas ideas y comportamientos intransigentes muy marcados. En realidad no aspira a limitar o eliminar el conflicto sino a soslayarlo y, en la práctica, es obvio de parte de quienes exigiría mayor comprensión; en esto sí es realista: exige comprensión y aceptación de aquellos que son capaces de proporcionarla. El multiculturalismo no aspira a eliminar la intolerancia de todos sino que pretende que todo –o casi- sea tolerado por algunos. Es más que evidente que quienes defienden la idea multicultural –aparte de no considerar sus consecuencias- no pretenden en la práctica un respeto mutuo universal sino un respeto universalista occidental.

Es irrelevante que todas las culturas sean legítimas, esa afirmación viene a dar respuesta a una pregunta errónea. [*]. Lo que importa realmente es que no todas las ideas son aceptables: en esencia los diferentes tipos de intolerancia o intransigencia no lo son, y no debe darse pábulo a su extensión y mucho menos a su aceptación por la generalidad. Es bueno, y a día de hoy necesario, que Occidente sea capaz de aceptar todas las culturas, pero no todas las ideas. Es inconsecuente si lo que nos orienta es la tolerancia por la convivencia ensayar un modelo de sociedad en que diferentes ideas intransigentes y prácticas anti-cívicas sean aceptadas. Siempre ha de existir una discriminación que establezca sus límites en base a unos ideales concretos y claros, no en obediencia a denominaciones, que es lo que de hecho se pretende.

La discriminación no es que “deba existir” sino que es imposible que no exista, de lo contrario un grupo concreto podría considerar que quien sostiene unas particulares ideas debe ser asesinado y asesinarlo efectivamente, aduciendo a continuación que su cultura exige tales prácticas. Pero, como digo, es que la discriminación existe en todo caso, se quiera o no. El problema radica en establecer los límites o parámetros discriminadores de lo tolerable; en lo que estamos tratando idealmente sería tarea fácil: 1) eliminar toda práctica intolerante y 2) eliminar toda práctica que dañe a otros colectivos [**]. La discriminación actual acepta uno pero no lo tiene de veras en cuenta y eso le hace ser errático e inconsecuente en dos, que ya es de por sí un problema complicado.

El multiculturalismo, sacado de la chistera posmodernista, no tiene en cuenta en nada los tiempos que corren, los hechos, la experiencia. Bien es cierto que –sobre todo actualmente- es necesario ser tolerante, pero la tolerancia no puede ser asumida por la sociedad si trata de mantenerse toda tradición por el simple hecho de serlo. Que hay tradiciones intolerantes e intolerables se sabe desde la noche de los tiempos. El multiculturalismo, de tan transigente, pretende que la noche de los tiempos tenga cabida en la sociedad del futuro y eso no se puede hacer: por mucho que lo vendan como modelo de tolerancia y modernidad su contenido produce unos efectos totalmente contrarios a los que busca. Es sorprendente ver cómo quienes dicen estar guiados por ideales de progreso defienden ahora la conservación de todo tipo de tradiciones; esta equivocada idea nos remite al brutal colapso que se está produciendo en la izquierda: la defensa de las llamadas “identidades” que termina siendo la defensa de las “denominaciones” (porque no todas se defienden, los parámetros discriminadores aguantan unas pocas, las denominadas como aceptables en un momento dado), y la sustitución del ideal de “igualdad” por el de “solidaridad”. Esto último, que es consecuencia lógica de lo anterior, la izquierda no puede soportarlo, es algo que nunca podrá ser armonizado, articulado con el resto de ideas “de izquierdas” con coherencia suficiente, y acabará con ella más tarde o más temprano –aunque el debate izquierda/derecha esté más que caduco, se entiende.

Es un error porque no se puede hacer Pero además es incompatible con ideas de progreso porque mientras éste sobreviene a la sustanciación en la práctica de unos ideales y su asunción por la colectividad quienes defienden el multiculturalismo quieren conservar todas las costumbres e ideas… pero a la vez quieren que unos grupos ayuden a otros, que sean “solidarios” entre sí. Esto no tiene nada que ver con la izquierda o, de veras, no debería tener nada que ver. La diferencia es que con la “igualdad” se asume la necesidad de establecer unas “condiciones objetivas” en que desarrollar los distintos proyectos vitales mientras que la “solidaridad” es el resultado de eludir el establecimiento de cualquier “condición objetiva” tratando de arreglarlo todo con un simple imperativo moral que nada tiene que ver con el mundo de los humanos. Es claro, con ustedes, el posmodernismo. El imperativo moral es el último recurso al que puede acudirse una vez que se quiere dejar todo como está, a todos como están, pero manteniendo la pretensión de mejorar todas las cosas; en definitiva estaríamos ante lo siguiente: que cada grupo haga lo que quiera, pero llévense bien y ayúdense unos a otros. Esto sirve para comprender desde otro punto de vista que sea desde Occidente de donde se exija tolerancia por cuanto él es -en principio- el único capaz de hacer que todos se respeten entre sí, es decir, de imponer el orden. Como se ve, Occidente es el único capaz de ser multicultural así como de hacer que los demás lo parezcan, vayan para él todas las exigencias del multiculturalista.

Al final de todo el multiculturalismo plantearía una disyuntiva muy sencilla en la que hemos de decidirnos por…

1) Renunciar a nuestras ideas sobre el progreso humano.

2) Conservar todo de todas las culturas (incluido aquello que impide el desarrollo de las ideas de progreso de la humanidad).

Por mi parte no estoy dispuesto a renunciar a mis ideales. Por muchas razones, pero entre otras ocurre que estoy persuadido de que éstos harían mejor la vida de aquellos que no los comparten. Esto no quiere decir que haya que imponer por principio ese conjunto de ideales que permiten la libertad y la igualdad (cuando menos legal) por la fuerza de las armas, perfectamente puedo dejarles en paz [***] pero esa no renuncia implica la defensa de las condiciones objetivas que permiten el desarrollo de mis ideas, es decir, [… defensa] allá donde ya las hay y puedo hacer por mantenerlas. De la misma forma tampoco hay contradicción en hacer un pacífico proselitismo con esos ideales así como de imponerse a los intransigentes allí donde éstos quieran implantar sus ideas a otros. Mi programa no es el de imponer la democracia tal y como -estúpidamente- pretenden los neoconservadores, pero creo necesario mantener los fundamentos que la permiten allí donde esta ya existe e impedir que determinadas ideas, germenes de intransigencia, rijan sociedades donde todavía no lo hacen.

Cualquiera que lea esto pensará de inmediato en el islamismo, en los islamistas, y no irá desencaminado porque esa puede ser mi inspiración, porque todos (incluso aquellos que jamás han tenido los pies en el suelo) tendemos a analizar los argumentos en relación a los datos disponibles, a la realidad. Pero la crítica al “multiculturalismo” es mucho más general; ésta pudiera dar entrada a muchos comportamientos intolerantes e intolerables, no sólo los islamistas. Como dije antes, el “multiculturalismo” no aguanta los hechos, pero siquiera la –pura- teoría, algo mucho más fácil. El “multiculturalismo” da pie a hacerse grandes cuestionamientos sobre temas relacionados con la identidad; con lo permisible para la conservación de determinadas identidades o aspectos insertos en ellas, en fin, la conservación de determinadas identidades tal y como hoy se conciben.

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[*] No entraremos a considerar si una cultura es un todo coherente que no aguanta sin desaparecer, edulcorarase o quedar desnaturalizado la eliminación de alguna de sus partes: ese debate solo puede ser producto de un exceso intelectual.

[**] No trato cosas como el asesinato o el fraude porque el debate no existe sino en razones que tengan que ver con esto.

[***] Porque lo que no se puede pedir, no se puede exigir (Tocqueville).

13 comentarios:

Pau dijo...

Partes de una premisa falsa, el multiculturalismo no es eso, al menos no es lo que expones lo que yo considero como tal. Creo que las culturas que se aíslan están condenadas a morir y que sólo incorporando cosas de otras culturas se puede sobrevivir (culturalmente me refiero)
Analizo algunas frases sueltas como única manera de intervenir (como siempre ¡vaya tochopost!).
1) dices: entiendo la cultura como un instrumento de adaptación al medio. Podría ser pero… ¿de qué medio hablas? Me refiero al hecho de que vivimos en un mundo cada vez más globalizado donde los medios son cada vez más grandes y eso hace que indefectiblemente acabemos adoptando costumbres foráneas. Por otra parte ¿qué significa cultura? ¿conjunto de costumbres? ¿el chotis, por ejemplo? (sí, el ejemplo es totalmente idiota, pero supongo que servirá para ver el razonamiento) lo incorporamos hace unos 150 años… ¿y algo más profundo como la democracia? hace dos días... Podemos enriquecernos tomando las cosas buenas de otras culturas porque no son conjuntos indivisibles, el multiculturalismo que se proclama desde la izquierda no lo ve así, sí dice que todas las culturas son manifestaciones legítimas pero en cuanto a grupo humano no que todo lo que las componga sea legítimo ¿es legítima la pena de muerte o la tortura? Porque ambas pertenecen a la cultura universal y, por desgracia, no son patrimonio de nadie.
2) Dices: que la idea multicultural tolera todas las culturas y que en realidad no aspira a limitar y eliminar el conflicto sino a soslayarlo y añades el multiculturalismo no aspira a eliminar la intolerancia de todos sino que pretende que todo –o casi- sea tolerado por algunos. ¿qué? Es imposible estar más en desacuerdo con esas afirmaciones. A lo que no aspira es a imponer la cultura del “chachipiruli comeflores” sobre el “pobre infeliz que no sabe”. A lo que aspira es a comprender la cultura y partiendo siempre de la base de que los cambios no pueden ser radicales (salvo que afecten a los DDHH) y sabiendo siempre que el enfrentamiento entre culturas que plantean los neocon no lleva a nada bueno sino al contrario. No se puede, como hace EEUU por ejemplo (no digo que defiendas esa idea, que nos conocemos) a “llevar la democracia a todo el mundo” de un día para otro. La “cultura” se ha forjado a lo largo de milenios y como tal no se puede cambiar en tres minutos y sólo partiendo de la base de “respeto tu cultura” puede hacer que “el otro” no se agarre a ella con uñas y dientes y quizá empiece a ver que “el uno” tiene cosas buenas que merece la pena adoptar. Quizá la idea del multiculturalismo, tal y como yo la entiendo, tiene más que ver con el hecho de vaciar de contenidos culturales ancestrales las sociedades y hacernos más equiparables. No es tolerar, es sencillamente que negar las fervientes creencias del otro no consigue nada más que encerrarlo en ellas.
3) Dices: Lo que importa realmente es que no todas las ideas son aceptables. totalmente de acuerdo. Pero el multiculturalismo no defiende eso, ni de lejos además. Y añades: Es bueno, y a día de hoy necesario, que Occidente sea capaz de aceptar todas las culturas, pero no todas las ideas exactamente, y eso es lo que yo entiendo por tolerancia y considero que ha de ser el objetivo de ese “multiculturalismo” porque si la gente ha sido capaz de vivir con determinada cultura durante milenios algo tendrá que merezca la pena ser rescatado aunque lo demás, poniéndonos brutos, deba ser eliminado
4) La guinda del pastel: La discriminación no es que “deba existir” sino que es imposible que no exista. Puede que sea imposible pero eso no significa que deba ser consentida, cuando un grupo concreto podría considerar que quien sostiene unas particulares ideas debe ser asesinado y asesinarlo efectivamente, aduciendo a continuación que su cultura exige tales prácticas lo que actúa es precisamente la discriminación esa que “es imposible que no exista”. Los límites de lo tolerable están meridianos en ese caso concreto, los DDHH. El multiculturalismo no es del “todo vale” ni pretende que la noche de los tiempos tenga cabida en la sociedad del futuro sino más bien al contrario. Son los que niegan ese multiculturalismo los que precisamente quieren mantener esa noche de los tiempos siempre y cuando no les afecte directamente, es decir, ¿qué les importa que se dé en otros lugares la peor de las salvajadas en nombre de la cultura si no les mancha de sangre?
5) Dices: quienes dicen estar guiados por ideales de progreso defienden ahora la conservación de todo tipo de tradiciones, con una variante posterior más “profunda” quienes defienden el multiculturalismo quieren conservar todas las costumbres e ideas y añades sustitución del ideal de “igualdad” por el de “solidaridad. Sencillamente falso. Sí es cierto que la izquierda española se ha perdido en lo referente a los nacionalismos, que la “alianza de civilizaciones” de poco concreta no la entiende ni Blas, pero no es cierto que se haya sustituido la igualdad por la solidaridad; por otra parte no sé por qué iban a ser igualdad y solidaridad términos contradictorios. El multiculturalismo no quiere conservar todas las costumbres ¿de dónde sacas eso? No quiere dejar todo como está; la comprensión de los demás nos lleva a cambiar, a TODOS (comprensión y “todo vale” no son sinónimos, por cierto)
6) que cada grupo haga lo que quiera, pero llévense bien y ayúdense unos a otros… para nada, no sostiene la primera parte, no va de eso.
7) Das dos opciones (no te ofendas pero de demagógicas parece una encuesta de LD) pero hay muchas más. No hay por qué renunciar al progreso humano ni conservar todo de todas las culturas. Precisamente, desde mi punto de vista, un “vaciado” cultural ayuda al progreso (te recomiendo el documental de Richard Dawkins sobre la pelea religión-ciencia en occidente). Por “vaciado” no entiendo para nada “renuncia” sino “mejora” porque de lo que hay que librarse es de la intransigencia que conlleva eso de “mi cultura es superior” (incluso aunque sea verdad en algunos casos)

Fritz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fritz dijo...

Bienvenida, Pau ;)

Tenía una respuesta punto por punto pero de momento pongo esto, si prefieres aquéllo lo cuelgo o te lo hago llegar.

I) Primero de todo digo que la gente toma “palabras” en lugar de “conceptos”, de los cuales no conoce su sentido preciso y por tanto difícilmente se haya parado a pensar en sus consecuencias prácticas. Vale que se puedan interpretar los conceptos de diversas maneras, pero todo tiene un límite; existe un margen para la interpretación, pero no existen significados absolutamente distintos para un mismo concepto.

II) Hablo de la aplicación del programa multiculturalista en sentido estricto. Pasa lo mismo que con lo del “margen de interpretación”, más o menos algo de riguroso ha de ser para poder tomarlo como “en sentido estricto”.

Dices: “3) Lo que importa realmente es que no todas las ideas son aceptables. totalmente de acuerdo. Pero el multiculturalismo no defiende eso, ni de lejos además. Y añades: Es bueno, y a día de hoy necesario, que Occidente sea capaz de aceptar todas las culturas, pero no todas las ideas exactamente, y eso es lo que yo entiendo por tolerancia y considero que ha de ser el objetivo de ese “multiculturalismo” porque si la gente ha sido capaz de vivir con determinada cultura durante milenios algo tendrá que merezca la pena ser rescatado aunque lo demás, poniéndonos brutos, deba ser eliminado.”

Si estamos de acuerdo en esto estamos de acuerdo en lo esencial y, quizá, hasta estemos absolutamente de acuerdo.

En mi opinión confundes “tolerancia” con “multiculturalismo” y no tiene nada que ver. Sin conocer pormenorizadamente lo que recoge el programa del multiculturalista sin duda se orienta por un ideal como es la visión de “culturas viviendo en paz” y no el de “cultura cosmopolita” y no hay casualidad en que el posmodernismo sea una vuelta a la tradición. Eso implica que desde la moral, en la práctica, pida que “las culturas se lleven bien” en lugar de que “amen la libertad, la igual y el progreso”: solidaridad que no igualdad (solidaridad es entre diferentes, igualdad entre pares). El multiculturalismo renuncia a exigir la adhesión a esas ideas, pretende que “vivamos en paz” sin más, a partir de una exigencia moral. Pretende mantener todas las culturas tal y como están… pero llevándose bien, y eso no se puede hacer, si no hay adhesión a éso no puede haber convivencia en paz, es que es así de sencillo. No se concibe un respeto a los DDHH sin la adhesión a esos “fundamentos”, y no se concibe la asunción de éstos sin la renuncia a porciones de la cultura propia en forma de tradiciones, SÍ, pero no basta, también de ideas: el multiculturalista no defiende que “el otro” deba renunciar a ninguna idea de “su cultura”. El Islam (y decir esto es –estúpidamente- incorrecto políticamente) no concibe que haya algo que no sea de Dios porque es del César, para el Islam todo es de Dios, el hombre se somete a sus leyes (y no hay soberanía popular, por ejemplo); esa idea es de necesaria eliminación, no basta con que no lapiden a la mujer adúltera: no todo son “costumbres”, que es lo que pudiera entenderse del simple “el límite son los DDHH”, también hay ideas, que es de donde salen las costumbres (bueno, esto de “costumbres salen de ideas” o “ideas de costumbres” es complicado pero la explicación se entiende bien, espero).

Por cuanto la pregunta es ¿son todas las culturas legítimas? son, a la vez, indivisibles. Sucede porque la pregunta asume implícitamente que la “cultura” es el “objeto último” y a éso nada se le puede quitar o, cuando menos, no componentes -o ideas- fundamentales. Como es ése el objeto, es el patrón de medición de las cosas (y las personas) y así que el multiculturalista aspira al mantenimiento de las culturas.

Por descontado no tiene por qué haber una cultura unitaria (o “única”) universal, pero lo que jamás, en ningún caso, debe guiarnos es el “miedo a la homogeneización cultural” (que es lo que guía al multiculturalista, preso del “miedo identitario”) sino los ideales de libertad, igualdad, progreso, etc. Su miedo es por lo demás ficticio, o no, de lo que se trata es de adherirse a ésas ideas: que de la adhesión a ellas se generen unas “condiciones objetivas” a nivel mundial que hagan que “todos tengamos la misma cultura” me parece irrelevante, no lo veo un problema, la verdad; el problema es adherirnos a otras cosas para “ser diferentes culturalmente”, para “mantener nuestra cultura”: es un camino equivocado, es el miedo de la tribu y nada más (¡¡¡porque el resultado no es malo si se mantiene el progreso, la igualdad y la libertad!!!). Unido a lo anterior, como el multiculturalismo es Occidental y ha de enunciar un “programa mundial”, se añade el “llevémonos bien”, la solidaridad, en lugar de los ideales concebidos en -y por- Occidente que tienden hacia la igualdad. [Nótese que desde el punto de vista del multiculturalista, esto es, como el parámetro de análisis es esa indefinible “realidad cultural”, la igualdad no se considera entre todas… las personas [*], sino entre las culturas que, luego, pueden tener a las personas que recogen como iguales entre sí… pero eso no puede exigirlo el multiculturalista, que ha de respetar las culturas tal y como son (y “hay culturas que no son tolerantes”, esto es, que nunca verán como iguales a otras culturas. ¡Es que no se puede hacer!)].

Por supuesto no hay que “negar todas las creencias”, yo no digo tal cosa. Simplemente hay que negarse a todo aquello que impida el desarrollo de la libertad, la igualdad, etc. El problema es que hay culturas que asumen que la libertad y la igualdad son regalos de Dios o cosas por el estilo; esas ideas son fundamentales de ellas [de esas culturas] y no deben mantenerse.

Y vuelvo al principio para decirte que si crees en el “vaciado de contenidos” estás mucho más cerca de la idea de “cultura cosmopolita” y más lejos del multiculturalismo, más aneja al pensamiento mágico.

Saludos

[*] Que el multiculturalista al uso considera que las personas han de ser iguales entre sí es un hecho, qué duda cabepero la idea “multiculturalista” no considera esa igualdad sólo ocurre que en los tiempos que corren y desde Occidente es imposible pensar otra cosa (el multiculturalista es usualmente, en la práctica, occidental y progresista).

PD: Lo de las denominaciones si quieres te lo explico en otro momento.

Pau dijo...

Creo que la diferencia de pareceres tiene que ver con eso que dices de aplicación del programa multiculturalista en sentido estricto ahora podría (repito podría) considerar que, precisamente al oponerte a esa idea te vas a la contraria, es decir, a la uniformación cultural total (cuando hablas de renuncias etc) que es precisamente por lo que nace la idea del “multiculturalismo” si hiciera eso sería absurdo ¿verdad?

En el mundo en el que vivimos el marxismo aplicado a la realidad no tiene nada que ver con la teoría; con el multiculturalismo tres cuartos de lo mismo. Son ahora culturas indígenas latinoamericanas las que más lo proclaman en su sentido estricto (obviamente los comeflores que dicen hablar en nombre de las mismas) pero afortunadamente las ideas no son patrimonio de nadie y lo que se pretende al hablar de multiculturalismo en occidente no es el “vive tu vida como quieras, con todas tus costumbres ancestrales por raras que sean” sino “no es imprescindible que yo te asimile a mi cultura eliminando la tuya” que es lo que se pretende desde la ultraderecha de occidente (obvio que la idea derecha Vs izquierda está superada, pero ultraderecha hay) cuando dice “debemos exportar la democracia a todo el mundo” (como si en occidente a la democracia no se hubiera llegado a través de un proceso de siglos)

Porque las ideas no son patrimonio de nadie no creo que haya que basarse siempre en el sentido “preciso” del que tuvo la idea sino tomarla y hacerla nuestra y eso es lo que ha pasado con la etiqueta multiculturalismo. Dudo mucho que los que plantean “multiculturalismo” en sentido estricto planteen para la práctica (la teoría siempre es eso de “seamos realistas, pidamos lo imposible) un “respeto” total a las costumbres ancestrales de los pueblos indígenas de América (los cito de nuevo porque es de lo que más se habla hoy, muy por encima del tema del Islam) sino que plantean, efectivamente, una tolerancia, un “dejar existir” sin estar tan seguros como lo están los de enfrente de que la forma de vivir occidental sea la única válida, pero ese “dejar existir” no es “todo vale”. No vamos a caer en la estupidez de “pues vete a vivir con un pueblo perdido en mitad del Amazonas” porque como el mito de la caverna lo que se sabe ya no puede dejar de saberse y es difícil renunciar a las comodidades de la vida moderna

Efectivamente se habla de “culturas viviendo en paz” y ahí está la clave del “multiculturalismo”. El multiculturalismo es una oposición frontal a la uniformación que se persigue desde algunos sectores, no una asunción tal cual de todo lo que ser humano hace culturalmente precisamente porque es imposible que haya “culturas viviendo en paz” si todo se queda tal cual está, basta con abrir un periódico. Pero es que luchar contra ese “multiculturalismo” existente y buscar esa uniformación (que eso sí se da en la práctica) tiene consecuencias desastrosas. No dudo de la buena intención del que quiere exportar la democracia a todos los lugares del mundo (hablo de que lo quiere de verdad, no del que lo pone como excusa) pero todo tiene un proceso.

Para terminar, dices Por descontado no tiene por qué haber una cultura unitaria (o “única”) universal, pero lo que jamás, en ningún caso, debe guiarnos es el “miedo a la homogeneización cultural” . La cuestión es que se miedo es a algo real porque no es que se busque esa “homogeneización” sino que se busca una “eliminación”… baste con ver como se proclaman las bondades del cristianismo en los últimos tiempos… y eso no puede ser, no es buena idea (no es “””moral””” y además no es factible).

Dices que “hay culturas que no son tolerantes”, efectivamente pero ¿cuáles son tolerantes? ¿la occidental es “tolerante”? (no son preguntas retóricas, son preguntas de verdad)

Un saludo
Paula

Fritz dijo...

Hasta donde yo sé el multiculturalismo es una concepción posmodernista y el posmodernismo es una revuelta contra la Razón. La Razón es universal y, como tal impostura, el posmodernismo se acerca a las tradiciones, las “particularidades”, nada más reaccionario o, mejor dicho (mucho mejor dicho) nada menos progresista (en sentido amplio, no “de izquierdas”). Es una impostura a la Razón que había traído las Guerras Mundiales. De esa tradición filosófica (que es la que ha engendrado al “progre”, por cierto) en buena lógica nace el multiculturalismo, el “respeto a las particularidades” que no hace sino soterrar en mayor o menor medida la aspiración al progreso. Si es éso, es una mala idea, por mucho que la coyuntura, es decir, la crisis de las identidades, la favorezca. No es que yo “me vaya al otro lado”, es que entiendo que es mucho mejor la “cultura cosmopolita” que el “multiculturalismo” y que quienes defienden el multiculturalismo muchas veces hacen defensas asimétricas; no hay más que ver las críticas que se llevó el documento de la Alianza de civilizaciones, que le echaba la culpa de todo a Occidente. La asunción de determinados ideales ha de estar por encima del respeto a la tradición; muy lejos queda ya el paradigma positivista, por la que todas las sociedades han de pasar ciertos estadios progresivamente para llegar a poder adquirir un grado superior de civilización, digamos, aquí, la democracia: la democracia no ha de ser impuesta, pero no llega por sí sola, es necesaria cierta “pedagogía” firme –que yo no digo más- esto es, mantener determinadas ideas por encima de las tradiciones, por muy “del otro” que sean.

Siguiendo con lo último, yo digo:

“Esto no quiere decir que haya que imponer por principio ese conjunto de ideales que permiten la libertad y la igualdad (cuando menos legal) por la fuerza de las armas, perfectamente puedo dejarles en paz [***] pero esa no renuncia implica la defensa de las condiciones objetivas que permiten el desarrollo de mis ideas, …”

[***] Porque lo que no se puede pedir, no se puede exigir (Tocqueville).

Tratar de imponer la democracia es muy poco realista, cuando menos en Oriente Próximo (y en tantos otros lugares; no en todos, Japón tras la IIª GM). Porque lo que no se puede pedir, no se puede exigir. No estoy hablando de “exportar la democracia”, nada más absurdo, pero la idea que subyace bajo el multiculturalismo y bajo muchísimas otras cosas, que antes o después nos remiten a la identidad, es la de “tratar diferente a los grupos diferenciados” y eso no es precisamente “establecer la igualdad”, es otra cosa. Eso es lo esencial. Y no es muy “de izquierdas”. Hay que ser prudentes y no creer que la “Razón lo puede todo” que si no pasa lo que pasa: las Guerras Mundiales por ejemplo, pero no por ello debemos volver a la tradición, simplemente ser más prudentes y modestos en nuestros juicios (que la “Razón no lo puede todo” es el argumento principal esgrimido actualmente por los amigos de la tradición; Benedicto XVI entre ellos).

La antropología ha demostrado empíricamente que no hay “culturas superiores”, yo no cuestiono éso, pero no estoy dispuesto a asumir que haya que tratar de manera distintiva a alguien porque sea de una cultura diferente. Lo que planteas sobre los pueblos indígenas de iberoamérica tiene bastante jugo; ¿qué significa mantener esos modos de vida en la comunidad (en “el Estado”)? Entiendo que para un mismo Estado las leyes fundamentales han de ser uniformes en su aplicación sobre todos los ciudadanos, y para mantener determinados modos de vida indígenas habrían de introducirse parte de sus leyes en las del Estado (digo). Evo Morales lo sugirió no hace mucho tiempo y al poco un alcalde de una aldea fue linchado siguiendo las tradiciones de la tribu respectiva. Y, por cierto, es de dudosa moralidad mantener unos modos de vida que pueden mantener en la miseria a poblaciones enteras, por mucho “miedo identitario/de la tribu” que tengan. No hay que ir por la selva -ni el desierto- “exportando democracia”, nada más absurdo ni –por lo general- más falso, pero no hay que mantener para la comunidad (digamos, otra vez, “el Estado”) tradiciones por las que haya castas, ciudadanos privilegiados o un número indeterminado de supersticiones no vaya a ser que se enfaden y nos den la espalda. Y es que, Pau, esas son ideas fundamentales de las culturas por las que el multiculturalismo fue concebido, a las que el multiculturalismo pretende defender, conservar.
Por lo demás, el mantenimiento o conservacionismo de esas tradiciones crea unos intereses que hace mucho más difícil ese “proceso de asunción” del que hablas; los intereses de los encargados en mantener esas “tradiciones” que no dejarían de ser sino “fueros culturales” (esos encargados los habría tanto dentro como fuera del “grupo cultural”).

“…La cuestión es que se miedo es a algo real porque no es que se busque esa “homogeneización” sino que se busca una “eliminación”…”

En efecto, el miedo identitario es absolutamente real, es el miedo a la contaminación de la raza, la degeneración de la moral tradicional y, en fin, la disolución de la comunidad cerrada (y normalmente pequeña) en un todo mayor. Retorciendo las palabras podríamos hablar de un “nacionalismo cultural” (y a veces no habría ni que retorcer las palabras). No negaré que la tendencia existente no es a la “cultura global” sino que lo que tenemos es una asunción de modos de vida estadounidenses, pero haz la cuenta que en la inmensísima mayoría de los casos este es por medios pacíficos, sujeto a las leyes vigentes y, si quieres, “del mercado”. Y no vamos a ponernos a discutir sobre las maldades del sistema capitalista, es lo que hay, es la realidad y hay que asumirla como tal, nos guste o no (y peor son otras cosas, sistemas). No soy contrario a todo proteccionismo, eso son cosas de liberales absolutamente idealistas, pero no estoy dispuesto a justificar miedos que responde a la defensa de dogmas y menos a regular medidas para la protección de los mismos: coyunturalmente estoy dispuesto a dar margen para determinadas cosas, pero no a establecer ningún tipo de medida positiva (de acomodación social).

Para no extenderme más. Con lo que no tengo problemas es con culturas –y lo diré poéticamente xD- que creen que el Hombre es la medida de todas las cosas, y no Dios, la tradición o cosas semejantes. Con las culturas de moral individualista, y no aquellas capaces de enterrar o defenestrar a las personas para mantener determinados ideales comunitarios. Que la transición de las culturas que crean en dogmas comunitarios supuestamente trascendentes no puede darse de la noche a la mañana es obvio, que no debe forzarse a su asunción, también. Pero eso no implica que deba respetarse sus ideas más que las de los demás (que es lo que ocurre en la práctica) porque son “diferentes” y, acaso, “atrasados”, ni tampoco que se deba transigir, en lo intolerable, más con unos grupos que con otros porque sean más “lejanos”. Y por supuesto no excluye la renuncia al proselitismo pacífico de las ideas.

Saludos

PD: Las defensas a ultranza de la benignidad inherente al Cristianismo tienen mucho que ver con esto, sí. Es ridículo pensar que la tolerancia en la interpretación del dogma cristiano venga del seno del cristianismo y no de la crítica secular de los libre pensadores. Ésos son otros defensores del dogma y la comunidad cerrada, aunque proselitista, claro.

Pau dijo...

Como decías en la primera respuesta estamos de acuerdo en lo esencial pero de si empezamos a profundizar van apareciendo las divergencias… Yo también creo en que es mucho mejor la “cultura cosmopolita”, de eso iría, en gran medida, ese “vaciado cultural” del que hablaba … el quid de la cuestión es cómo llegar a ella, es decir, cómo estamos pretendiendo llegar a eso desde occidente (partiendo de la base de que usar la primera persona es a todas luces injusto) mientras que, por otro lado, los que consideran que es mejor el multiculturalismo no es que se crucen de brazos sino que parten del respeto al otro en lugar de partir de la superioridad.

Cierto es que a la democracia no se llega por sí sola y precisamente por eso es necesario un proceso previo, digamos una educación en la ciudadanaza (en cursiva porque obviamente no tiene nada que ver con la polémica asignatura), creo que en eso estamos totalmente de acuerdo.

no estoy dispuesto a asumir que haya que tratar de manera distintiva a alguien porque sea de una cultura diferente La cuestión es que si tratamos de la misma manera a una persona que se ha criado en mitad del Amazonas que a una persona que se ha criado en una sociedad occidental… al no haber tenido las mismas oportunidades en la vida no van a ver las cosas de la misma manera por muchos razonamientos que hagamos. No voy a defender el indigenismo de Evo Morales porque desde mi punto de vista está haciendo lo mismo que aquí muchos nacionalismos, es un “como fuimos maltratados en el pasado ahora tenemos que ser compensados y esa compensación tiene que suponer una imposición sobre los demás”… partir de un hecho injusto es sencillamente injusto, aunque sea para compensar y vuelvo a citar a Pinti “sí, raíz telúrica pero dale de comer”. Pero te insisto, el multiculturalismo no es eso porque igual que los nacionalistas aquí no quieren una sociedad entre iguales Morales no quiere que los indígenas bolivianos tengan los mismos derechos sino que quiere que tengan otros distintos y, obviamente, eso no puede ser… pero el multiculturalismo no es eso, busca igualdad entre las personas partiendo de la base de que hay diferencias culturales pero en ningún momento que esas sean insalvables. Lo que dice es que no hay una cultura válida exportable, y por tanto imponible, a las demás, sino que de todas se puede aprender.

En efecto, el miedo identitario es absolutamente real, es el miedo a la contaminación de la raza, la degeneración de la moral tradicional y, en fin, la disolución de la comunidad cerrada (y normalmente pequeña) en un todo mayor. Leyendo esto creo que me he explicado muy mal, no es un miedo a “contaminación de la raza” sino a “eliminación de los individuos de otra cultura” porque eso está pasando. Son los que pretenden una uniformación cultural los que la están llevando a cabo en un “o vives como yo o desapareces” eso ya está pasando y, yendo aún más lejos, cabría decir que en ocasiones la eliminación va más allá porque se da sin una condición previa “como no vives como yo, y probablemente no tienes capacidad de adaptarte a mí, no tienes derecho más que a ser un daño colateral ya sea de una bomba en mal sitio (¿cuál está en bueno?) o de la llegada de una industria X a donde has vivido durante generaciones”, eso no es una teoría, es ya una realidad, siempre lo ha sido.

Como decía hay un límite de seguridad mínimo en esto del multiculturalismo, los DDHH y aunque sólo sea por ser prácticos, no hay mejor manera de hacer que una tradición se conserve que negarla, si la respetas se irá diluyendo (concretamente estoy pensando en la vertiente religiosa de cualquier cultura)

Saludos
Paula

Fritz dijo...

1) La cultura cosmopolita no asume la superioridad de ninguna cultura sino la superioridad del mestizaje (precisamente).

2) El asunto es que las leyes deben ser igual para todos así como las condiciones de vida. Como dices, “ellos” no tuvieron la misma educación ni las mismas oportunidades, perola creación de una sociedad legalmente igualitaria es lo justo, para todos.
El multiculturalismo busca las “culturas viviendo en paz”, con la conservación de todas ellas, en la línea posmoderna de “vuelta a la tradición”, “conservación de la particularidad” y, en fin, “partes irrenunciables de la cultura”.

3) Más allá de lo que “esté pasando”, que no digo que no, lo que trato de exponer es un “modelo” en que todo tenga cabida (en realidad señalo ideales a mantener en todo caso). No pretendo hacer un modelo transicionario, que es como quieres presentar al multiculturalismo, pero es que el multiculturalismo, incluso cuando eso fuera ya discutible, no es eso. Muchas veces, que la industria x vaya a un lugar permite a muchos salir de la pobreza y no estoy alabando la benignidad de la empresa, pero mucho menos me aferraré a las “costumbres que regían la comunidad durante generaciones”. Lo criticable en casos como ése no es que el mundo de esa gente cambie sino que la empresa explote a quienes trabajan en ella (el problema de, por ejemplo, los nuevos liberales es que no conciben que la empresa pueda hacer cosas malas y siempre todo es para bien; yo no digo eso, pero no confundo lo que es pernicioso con lo que es simple cambio que genera el miedo tribal).

4) En ningún momento he negado el “respeto intercultural” por principio (sólo por principio ¡eh! que no todo es respetable). De lo que yo hablo es de que en las comunidades donde ya están firmemente asentados las condiciones que permiten la igualdad, la libertad y el progreso no hay que transigir (o al menos, no demasiado) con aquellas prácticas e ideas que las enfrenten, es nada más que eso. No hablo ni de “exportar democracia” ni de “exportar cultura” ni de “culturas superiores” simplemente hablo de que no hay que tratar diferente a quien es diferente, la igualdad es precisamente la negación de eso y no excluye el respeto prudente a lo diferente si hay igualdad y libertad: todo aquello que no sea intolerable o intolerante tendría cabida en una sociedad así regida. Pero es que, Pau, lo que está clarísimo es que las sociedades donde no todo tendría cabida son precisamente aquellas a las que se pretende defender, conservar con el multiculturalismo. No hablo de aculturación (a veces inevitable y no pocas veces beneficiosa a nada que se piense) sólo hablo de que

a) No todo es respetable.
b) No hay que tratar por norma de manera diferenciada a quien es diferente (a los homosexuales no hay que “tratarlos como homosexuales” sino tratarlos igual).
c) No tengo por qué renunciar a la expansión de unas ideas que son mejores incluso para aquellos que la rechazan. Hablo de un proselitismo pacífico, algo que se ha hecho siempre y a lo que ninguna cultura renunció jamás (sólo lo propone el multiculturalismo).
d) El período de transición es limitado. Y no hay que engañarse: la adhesión a unas ideas viene cuando esas ideas, siendo positivas, demuestran tener unos efectos positivos para quien las adquiere; como decía antes el problema no es la empresa en sí (el cambio) sino la posible explotación de la empresa sobre los trabajadores (el cambio a peor o a no-mejor). El problema viene de que el cambio suele ser aprovechado para el beneficio de quien lo lleva a cabo y no de quien lo sufre, y la hipocresía de decir el beneficiado que es para el bien de todos. La oposición a eso es el beneficio de la comunidad, no el mantenimiento de toda comunidad, de todas las ideas de toda comunidad y siquiera del respeto a todas ellas que es lo que pretende el multiculturalismo.
El multiculturalismo no es una prudente tolerancia, y mucho menos un modelo transicionario en el que “el otro” adquiera determinadas ideas de igualdad, libertad y tolerancia, no es el paso previo a la cultura cosmopolita. El multiculturalismo está orientado por la visión de “culturas viviendo en paz” y eso es simple conservación, y eso es una mala idea.

Yo no digo que todo sea magnífico, pero no confundo cambio y mal, ni tampoco respeto prudente/tolerancia con conservación/respeto absoluto y atemporal (con aquello que no lo merece).

Saludos

Patricia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
AF dijo...

Estoy básicamente de acuerdo en que el multiculturalismo (en adelante, Mc) entendido como agregador acrítico de culturas/costumbres hay muchas ocasiones en que no es válido. Observad que digo "en muchas ocasiones", porque se trata de un término que engloba muchas claves de conducta distintas (por lo menos, no exactamente iguales). En otras palabras, diferentes grupos humanos proponen y desarrollan diferentes conductas asimilándolas al paraguas común del Mc.

Pngamos un ejemplo: Lavapiés, en Madrid, es un barrio al que los medios de comunicación en general adoran retratar como un crisol cosmopolita. La gente que, de por libre o trabajando en algún tipo de asociación, se mueve en ese barrio desde el ámbito de la izquierda, a eso del cosmopilitismo añade un factor más "militante": el respeto a la cultura de los diferentes grupos que se pueden encontrar en Lavapiés (que los hay de casi todos los continentes). Las personas que trabajan para alguna institución u organización semi-institucional (el Ayuntamiento, una ONG, quizás la Policía en algún caso...) tienen una percepción enfocada sobre otro matiz, como puede ser el de la vigilancia de cualquier comportamiento racista (aunque sólo sea para evitar que, estando ellos oficialmente al cargo de velar por ciertas cuestiones, no les carguen el mochuelo si se dan comportamientos xenófobos o racistas).

Todos estos grupos (quizás puedan identificarse otros más) se enfrentan a la cuestión de cómo relacionarse con individuos y grupos pertenecientes a otras culturas de manera ligeramente diferente. Sin embargo, probablemente se puede decir que todos defenderán o practicarán un cierto modo de Mc.

Bien, otra cuestión ahora. Yo no creo que haya que aceptar las culturas de los demás tal como son por el hecho de que sean las de grupos humanos marginados o con algún tipo de desventaja. Es muy difícil decidir si ciertas costumbres antihigiénicas (tirar la basura en la calle, pongamos por caso) son producto de la falta de educación inherente a países con economías poco desarrolladas y escasamente capaces de procurar esa educación a sus ciudadanos, o bien son producto de una cultura nacida en ambientes rurales y carentes de servicios básicos, en la que los detritus son pocos y de índole orgánica en su casi totalidad (con lo que son fácilmente degradados y reutilizados). Pero sí sé que, aun cuando se trate de un rasgo cultural, en una ciudad no debe permitirse. Quien se quiera atener a esa costumbre (a esa "cultura"), debe ser disuadido por los medios más dialogantes y pedagógicos posibles, pero disuadido al fin.

Y, por último, una pregunta: ¿tiene sentido el Mc si sólo es practicado por una o por unas pocas culturas, y otras muchas pasan de él? Utilizando términos muy manidos (y rogando se entiendan sin buscarles mayor precisión): ¿tiene sentido el Mc practicado por los occidentales como actitud de defensa de minorías marginadas de otras culturas presentes en los países desarrollados, si esas mismas minorías pasan olímpicamente de tal Mc respecto a la cultura occidental (la que juega en casa, digamos) o incluso frente al resto de las culturas minoritarias?

Fritz dijo...

Veo esto hoy.

Cuando habla de Lavapiés y pone ejemplos se refiere básicamente a actitudes cívicas del comportamiento. A la idea de cultura cosmopolita habría que sumar la de virtudes republicanas, hoy llamados equívocamente “de convivencia”, y el caso quedaría resuelto. El multiculturalismo va mucho más allá de eso, no es que acepte determinados comportamientos en base a la ascendencia social del individuo sino que permite el desarrollo de ideas insertas en la ideología o creencias de ese individuo. Ése es el problema, lo que usted dice es indiscutible, pero a la vez –convendremos-, disculpable en algunas ocasiones: para solucionarlo basta con hacer pedagogía, pero es que hay ideas que no se pueden “solucionar”, sólo cabe rechazarlas.

El problema principal no es que se respeten las culturas por principio sino que no caben todas si queremos una sociedad libre… por cierto que el igualitarismo tampoco es compatible con todas las ideas. La aceptación implícita y a veces hasta explícita de “todas las culturas” hecha íntegramente es peligrosa y, por supuesto, un error. Como decía ayer en un foro que coincidimos (allí se hablaba de la izquierda) es que, más allá del respeto –inicial- necesario se trata de propone un modelo que tenga por paradigma la verdad y no la peculiaridad, lo bueno y no lo diferente. Conservar lo peculiar, lo diferente, por el simple hecho de que lo sea es un error. Y es lo que defiende el multiculturalismo, más aún en la práctica.

No tiene sentido porque si una cultura es transigente con todo lo de las demás sólo recibirá palos, vamos, no tiene sentido a no ser que uno crea ciega e incansablemente en aquello de “poner la otra mejilla”.
El tema es que la “defensa de minorías marginadas” no tiene por qué incluir el multiculturalismo. A esas minorías hay que tratar de sacarlas de la marginación pero, por ejemplo, si algunas de sus ideas les impiden integrarse en una sociedad abierta como la nuestra (compárela con cualquiera de las suyas) y, siendo intolerante, no quieren desprenderse de ella, su marginación será producto de su propia actitud reaccionaria (miedo al cambio).
El problema es que se considera negativo la extensión de una cultura universal… se considera negativo aunque esa cultura fuera justa y buena (por simplificar al máximo), lo que se defiende, como decía en comentarios anteriores no es un modelo de transición “para que se integren”, es la conservación de la particularidad, porque es “irrenunciable”. Que Occidente haya de renunciar a algunas de sus particularidades, incluso cuando pueden no ser dañinas (tampoco tienen por qué ser benignas o beneficiosas para la comunidad) es consecuencia de que no todas las ideas caben, y de que se prefiere conservar las de otros a las nuestras porque… porque… porque pobrecitos ellos, que son pobres, negros, musulmanes, etc (lo que se necesita es un trato igualitario, orientado por la verdad, que podría ser entendida aquí como lo objetivamente benficioso, dejando de lado gradaciones).

Saludos

AF dijo...

Estoy básicamente de acuerdo con usted, pero con matices que puede (no estoy seguro) que tengan implicaciones de alcance, al menos una de ellas. Mencionaré dos que me vienen así, al pronto, a las mientes.

El primer matiz es el relacionado con ese "modelo que tenga por paradigma la verdad y no la peculiaridad, lo bueno y no lo diferente". Como bien sabe usted, mi relativismo sobrevenido (no es innato, me sobrevino leyendo y contrastando verdades con realidades y verdades con verdades) me hace desconfiar de un modelo que tenga por paradigma LA verdad, ya que estoy convencido de que en muchos casos y aspectos, no es posible encontrar una sola verdad. Soy consciente, no obstante, de que si no usa uno el paradigma que usted propone, comienza a ser difícil encontrar otro con el que plantearse la disyuntiva MC sí / Mc no. Seguiremos buscando, que seguro que hay alguien que ya lo ha pensado.

Otro matiz, pero éste más de precisión que de desacuerdo: usted dice que algunos ejemplos que yo planteo se insertan más en el campo de conductas individuales modificables mediante la pedagogía. Aquí sería necesario acordar los criterios para distinguir una conducta de una pauta cultural. La primera debería ser modificable con relativa facilidad mediante la educación, pero la segunda, no.

Evidentemente, cuando uno intenta universalizar una explicación, deja de lado ejemplos concretos que muchas veces son los que más presentes (no únicamente, pero sí los que más) tiene en la cabeza. Así, al hablar de este tema podría uno referirse a la visión que el Islam tiene del papel de la mujer y de los derechos de conducta del hombre sobre ella. O a la noción que esa misma religión tiene del papel de la violencia, la agresión y la guerra para extender el propio Islam. Manejando estos temas, seguro que es mucho más fácil discutir sobre la conveniencia de adoptar el Mc como modo de relación.

Un saludo.

Fritz dijo...

Usted mismo se responde la cuestión. Puede ser muy difícil hallar la verdad, pero debe ser ése y no otro el paradigma que, por medio de la Razón, tiene mayores probabilidades de acercarnos a ella y, en todo caso, lo que digo es que el “mantenimiento de la peculiaridad” no debe ser nuestra guía. Con todos los respetos, el racionalismo bien entendido hace tiempo que ha renunciado a la búsqueda de verdades absolutas”, es un debate más que superado. Si quiere verlo de otra manera piense que en lugar de buscar la verdad hay que eliminar lo falso y lo erróneo, el paradigma de la peculiaridad es falso, y la creencia en que existen “partes irrenunciables de la cultura” también, por cuanto algunas de ellas son perniciosas en muchos aspectos: crean malos efectos ergo deben ser eliminadas.

El caso es que el ejemplo que usted planteaba era claramente identificable como dentro de lo que se entiende por civismo, era un comportamiento cívico, pero por supuesto acepto la mayor, en multitud de ocasiones nos será extremadamente difícil marcar el límite entre la “pauta cultural” y la simple“conducta” (más circunscrita a lo individual). No obstante, y sin perjuicio de lo anterior, vengo refiriéndome a que la educación vulgarmente entendida no sirve para cambiar todos los comportamientos: se deben cambiar las pautas con lo que, entonces, obtenemos el cambio cultural. El problema con el Islam es que lo recoge todo y no acepta que haya nada fuera del dominio de Dios, de la Palabra divina; todo está en las Escrituras, los textos Sagrados sirven para interpretarlo todo. De esta manera es complicado que el papel de la mujer sea otro del que es por cuanto en el Corán la mujer ha de aparecer como inferior al Hombre.

Con respecto a lo primero que hablábamos decir que por mucho que sea difícil hallar la Verdad es absolutamente cierto que el papel de la mujer en las sociedades musulmanas es injusto, produce efectos negativos y se fundamenta en una visión de la mujer -y del hombre- falsa.

Estoy de acuerdo en que algunos temas concretos pueden servir mejor para debatir el tema, pero también es cierto que pueden hacernos caer más fácilmente en el maniqueísmo o la simplificación por ignorancia (yo no soy experto en el Corán, no sé de qué tradiciones filosóficas o recorridos mentales pueden salir determinadas interpretaciones del término “yihad”, y menos lo soy en sociedad musulmana). Aunque eso es un gran debate añado otra cuestión que me parece más adecuado y plausible para mis conocimientos –también aquí escasos, pero bueno-: el indigenismo.

Saludos

AF dijo...

Cambie ya de post, que este tema lo aprobamos en junio y no nos ha quedado para septiembre.

Un saludo.